¿Nos enfrentamos a la muerte del libro?
Mucha tinta ha corrido anunciando que las tecnologías emergentes desembocarán en la desaparición, a mediano y largo plazo, de esos vetustos amigos que han acompañado a la Humanidad por tanto tiempo. A la sazón, es posible que esta generación sea testigo de la conversión de las actuales Bibliotecas en Museos. Sin embargo, a contracorriente de estas voces apocalíptica s y conviniendo que el libro, tal y como lo conocemos ahora, pueda cambiar de forma y adoptar una presentación electrónica de bolsillo -por ejemplo-, a pesar de eso, la lectura no será algo de lo que vamos a prescindir de manera tan fácil. De hecho, no sería la primera vez que el libro sufriera un cambio drástico de forma, pues ya antes pasó de la arcilla al rollo de papiro, al pergamino y de éste al codex y del codex a la imprenta. Debemos ser cuidadosos en cuanto a nuestra concepción de la obsolescencia. Ejemplo de ello es que, cuando apareció la fotografía se creyó que la pintura tenía sus días contad