Nieve en Brasil y una historia de invierno

 Antes de dejar con ustedes la historia del pingüino agradecido, permítanme decirles algo personal.

Por mucho tiempo había creído que Brasil era un lugar ajeno a los paisajes nevados, creo que a esto contribuyeron los versos de la famosa samba:

                               moro, num pais tropical

                                           abençoado por Deus

Pero ya, estando acá, he comprobado en carne propia que, si bien sus veranos son abrasadores ─esto lo dice alguien que viene de ese "Caribe extremo" que es el desierto de Coro en Venezuela─  sus inviernos obligan a que uno se cubra como un esquimal. 

Pero no solo hay una parte con inviernos recios, sino también con nevadas. La razón es que se trata de una nación tan extensa que parte de la misma termina quedando fuera del ecuador, es decir por debajo del trópico de Capricornio. 

Nos referimos al  grupo de los  estados marcados en azul en el mapa: Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, que forman su región sur, digamos que se trata del apéndice de ese subcontinente que es Brasil.

En dos de estos estados, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, se encuentran tres serranías que, en vez de ser lineales, en realidad están formadas por una aglutinación de  montañas que surjen, a su vez, desde mesetas, por lo que forman el llamado Planalto Sur brasileño,

a saber, la sierra Geral, la Caterinense y la Gaúcha  ─atención al acento en la "u" pues esto atiende a la fonética portuguesa del término─ y que cada una se acerca a la otra como tres piezas de rompecabeza, con alturas que sobrepasan los mil ochocientos metros.

Esta es la razón por la que las ciudades y pueblos ubicados en dichas serranías y que están sobre los ochocientos metros de altitud, sean visitadas por las nieves de junio y julio, 

como es el caso de Urupema, Canela, Urubici, Palmas, José dos Ausentes, Gramado, Sao Joaquin Guarapuava etc. lo suficiente como para hacer muñecos de nieve en los patios,

eso, sin contar que las ciudades que están por debajo de esta altura, en ocasiones también son visitada por la nieve 

en los eventuales "frentes antárticos" olas de frío polar que, no solo pueden afectar a Brasil sino también a Paraguay y Uruguay.

Aunque me gustaría visitar alguna de esas ciudades cuando está nevendo, debo admitir que tengo la "ventaja" de estar

 establecido en Maringá, una ciudad del estado de Paraná, enclavada sobre suaves semiplanicies que no superan los quinientos metros de altitud y que, por lo tanto, no cae nieve, no obstante, no son raras las madrugadas invernales donde la temperatura pueden bajar a los diez grados centígrados y con registros históricos ocasionales de haberse acercado al cero.

En este contexto de invierno austral, quiero dejarles la historia

de un pingüino magallánico que,

 

más que dar luces de lo frías que pueden ser las aguas de la costa brasileña en invierno, nos trae una bella historia de agradecimiento en forma de un ave marina que llamaron Dindín.