La necesidad de un escritor

Algunos de mis colegas de la blogósfera saben que antes de ser bloguero soy escritor. Es algo de lo que uno pudiese alardear pero me parece tan ridículo eso, y de hecho, queda tan mal en el que tal haga, que prefiero tomar el arte con la discreción del que trabaja a la sombra. Esto había sido así hasta hace poco, en que surgió una competencia de novelas que en vez de premiar la calidad de la historia, lo hace en base a la descarga de la misma en cada dispositivo. En otras palabras, el que gana es el autor que mejor mercadee. Esto me ha envuelto en la situación embarazosa de molestar a mis amigos para que lean ─y eventualmente descarguen─ mi novela, con la promesa de que es muy corta (solo 24 páginas, una novela-bonsai) que es la única que he escrito y que por lo mismo está hecha en el formato cuento, pues ese es el género que domino. Y tomando las palabras de García Márquez de que es más fácil atrapar un conejo en campo abierto que encontrar un lector, me he visto en la