Mi Sentimiento de Fe
Algunos científicos, insi sten en afirmar que lo que llamamos “alma humana” o al menos nuestra conciencia del yo, no es más que el producto de una simple reacción química en el cerebro. Si esto fuese cierto –y la ciencia tiene la sagrada obligación de escarbar en los misterios de la existencia – la promesa de vida después de la muerte sería sólo un mito de carácter moral, es decir, un engaño, y en consecuencia, la Humanidad estaría expuesta a la más espantosa desorientación, al hundimiento en un oscuro abismo existencial. Pues en ese instante, no es que estaríamos solos sino íngrimos, y sin ningún sentido de trascendencia. Pero – por lo que a mí respecta – creo en Dios por la poca teologal razón de haber visto a mi madre rezándole todas las noches antes de dormir. Puede que alguien diga que lo que me pasa a mí no es fe devocional sino amor materno. Me da igual. Porque esa certidumbre es el indiscutible cordón umbilical que me unirá a ella más allá de la solitaria tumba dond