¿Intolerancia religiosa o manejo polìtico?
He revisado las caricaturas que originaron una mini yihat islámica en Europa y no veo la falta de respeto por ningún lado. Debe ser porque los fanatismos religiosos son una
cruzada en contra del humor. No obstante, me niego a creer que mil quinientos millones de musulmanes tengan, forzosamente, que sentirse ofendidos por ellas: Sería injusto calificarlos a todos a raiz de esa verdadera tontería, pero me queda la duda: ¿Por qué razón, tantos millones de fieles del Islam repartidos en todo el mundo, temen pronunciarse ante atrocidades tan absurdas?
Si yo fuese musulmán – hipóteis ahora improbable, pero que uno nunca sabe– consideraría el dibujo del Profeta Mahoma con una bomba oculta en su turbante, como una sátira contra quienes usan la religión del pueblo como escudo y trampolín para sus apetencias políticas. Y me haría la misma pregunta que el diario jordano Shihane le hizo a sus lectores: ¿Qué perjudica más al Islam, esas caricaturas o un secuestrador que degüella vivo a
Fernando Savater, El País, Madrid, marzo del 2006
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