Entradas

Mostrando entradas de 2020

Espectro (crónica)

Imagen
  Espectro Para Estrella García Coronado, hija de Libia y Don Rómulo     Al traspasar la puerta de celosía del zaguán, vi a mi tío Romito  recostado      sobre unos sacos de maíz apilados en el corredor,  inmerso en la resaca de cocuy barato . Él mismo había dado órdenes de que al estar así no le dejaran pasar a su casa, pues no quería que su hijita lo viera en ese estado.     Era difícil acostumbrarse a esa imagen, siendo que Rómulo García Hernández era Tio Romito uno de los intelectuales más brillantes que había dado, no digamos que el pueblo de Cabure, sino la Sierra de Falcón entera y, según los entendidos, era un poeta que no tenía nada que envidiarle a Polita de Lima, Elías David Curiel o al mismísimo Andrés Eloy Blanco; además era un hombre trabajador y valiente, al mejor estilo de un Lord Byron, al punto de estar dispuesto a morir en un duelo por su amada. Eso fue así hasta que Libia, su esposa, murió en el parto. La bebita sobrevivió, pero eso no fue suficiente para s

Una Guitarra en la selva (crónica relato)

Imagen
      Una Guitarra en la Selva Para Alí Rafael Reyes, mi padre.      Pulsé la tecla play  d el magnetófono Ferguson Electronic de bobina descubierta. ─Listo. Ahora sí. Iniciemos por vuestra infancia ¿Quién de vosotros comienza?... Bien, adelante. ─Con respecto a nuestra infancia ¡Guau!...Cuando te decimos que nuestra infancia fue feliz, ten por seguro que no hay nada de retórico en ello. Éramos unos indiecitos que tenían a su disposición la Naturaleza en pleno. Nuestro trabajo consistía en explorarla, estudiar la rutina de los animales, sus madrigueras, los senderos que recorrían, dedicar horas   a nadar y a pescar o tratar de obtener la mejor varilla para fabricar las flechas más precisas, y ayudar a construir la curiara o canoa familiar. Una infancia donde cada día traía algo nuevo.  Por supuesto, la muerte para nosotros no era algo abstracto, y el mejor ejemplo, eran esas eternas noches en que, atisbando la luz de las antorchas entre la malla de la hamaca, llegábamos a escuc

Atila

Imagen
  Atila He aquí, no cabeceará Ni dormirá, el que guarda a Israel Salmo 121: 4 Me encontraba en una larga fila en la fachada del auditorio de los tribunales. Había gente de todas las edades y ,sobre todo, madres con sus hijos. Pocos hablaban, pero muchos lloraban. En mi caso, esa fila era el último paso de un largo periplo. Todo comenzó en junio de 1960, cuando comparecimos ante un hombrecito de no más de metro y medio de estatura que parecía   haber dormido con la ropa puesta. Era Isser Harel, el propio director del servicio secreto israelí “Mossad” que nos convocaba. Sin mucho preámbulo, apagó las luces y proyectó la foto de un hombre caucásico con el impecable uniforme negro de oficial de las SS. ―¿Reconocen al personaje? ―Adolf Eichmann, jerarca del departamento de exterminio en las SS. ―Muy bien. Nos han llegado informes que parecen indicar su ubicación. La sorpresa nos enmudeció. Harel continuó. ―Los reportes nos llegan desde Argentina. La obtención de fotograf