Una Guitarra en la selva (crónica relato)
Para Alí Rafael Reyes, mi padre.
Pulsé la tecla play del magnetófono Ferguson Electronic de bobina
descubierta.
─Listo.
Ahora sí. Iniciemos por vuestra infancia ¿Quién de vosotros comienza?... Bien,
adelante.
─Con respecto a nuestra infancia ¡Guau!...Cuando te decimos que nuestra infancia fue feliz, ten por seguro que no hay nada de retórico en ello. Éramos unos indiecitos que tenían a su disposición la Naturaleza en pleno. Nuestro trabajo consistía en explorarla, estudiar la rutina de los animales, sus madrigueras, los senderos que recorrían, dedicar horas a nadar y a pescar o tratar de obtener la mejor varilla para fabricar las flechas más precisas, y ayudar a construir la curiara o canoa familiar. Una infancia donde cada día traía algo nuevo.
Por supuesto, la muerte para nosotros no era algo abstracto, y el mejor ejemplo, eran esas eternas noches en que, atisbando la luz de las antorchas entre la malla de la hamaca, llegábamos a escuchar los rugidos del jaguar. En algún momento llegué a orinarme. No obstante y en resumen, creo que vivimos la infancia que todo niño hubiese querido para sí.
Natalicio, hizo una pausa. Su hablar, era
como del que sopesa cada palabra antes de expresarla. Al principio pensé que
eso se debía al manejo de otro idioma, pero resulta que lo dominaba a la
perfección, así que, sin duda, se debía
a la proverbial taciturnidad de los indígenas.
Prosiguió.
─Un recuerdo especial, eran esas noches cuando la claridad temblorosa de la hoguera se reflejaba en la cara de los ancianos que nos contaban historias. En alguna ocasión nos habían dicho que el mundo era más grande de lo que imaginábamos, pero como no podían darnos más detalles, siempre creíamos que se limitaba al horizonte azul de la selva.
Hasta que una tarde, una partida de muchachos, estábamos de correrías muy lejos de nuestro nuevo vivaque –cada cierto tiempo recogíamos todo y nos mudábamos a otro sitio – cuando, entre la jungla, divisamos un claro con árboles frutales, matas de banano y arbustos de mandioca o yuca, y en el centro estaba una choza de bahareque. El conjunto se apreciaba en total abandono, maleza entre los árboles y una casita semiderruida. Nos acercamos sigilosos y, a Antenor y a mí, nos tocó verificar si había alguien en la casa.
─La puerta estaba hecha de varas amarradas con fibras vegetales y caída de sus goznes, lo que le daba un aspecto de cortina desmantelada. Al asomarnos oímos las alimañas que estremecían la hojarasca. Podía tratarse de iguanas o varanos. Gracias a unos rayos transversales que se filtraban por el techo de palma y entre los terrones y las varas, se apreciaban minúsculas motas de polvo suspendidas en una suave penumbra que hacía ver el interior de la casucha más triste aún que si estuviese invadida toda por las tinieblas.
─De
inmediato avisamos que se podía entrar al conuco, pero nosotros no pudimos
dejar de explorar la choza, pues tenía ese encanto misterioso de los paisajes
en abandono. Algunas totumas agujereadas, cascajos de antiguas
tinajas, restos de viejas esteras. Nos acercamos al antiguo fogón; debajo de él
estaba un amontonamiento de cenizas y al lado había un atajo de leña en
desorden. No le hubiese hecho caso si no fuera porque la tenue luz al filtrarse, hacía que
brillaran unos destellos. Le pedí a Antenor que me ayudara a remover los leños
en previsión de que una serpiente estuviera tomando abrigo entre los palos.
Natalicio volvió a hacer una pausa y me di
cuenta que el movimiento del local era un rumor lejano. El silencio era tal,
que se podía captar el siseo de la cinta. Hasta que fue roto con una
exclamación que le hizo brillar los ojos.
─¡Allí estaba! Nunca habíamos visto algo parecido. Era una guitarra. Estaba cubierta por la ceniza, pero al pasarle la mano y ser tocada por un rayito de atardecer, se descubrieron los dos tonos de su madera, la tapa clara, las cuadernas y la parte de atrás rojiza. El dibujo alrededor del hueco lo hacía ver como el centro de una estrella de cinco puntas ─tiempo después llegamos a ver una película de Gardel donde aparecía con una guitarra de un diseño similar─, el mástil estaba en buen estado, pero la caja tenía algunos quiebres, además del óxido del clavijero. Por fortuna, tenía sus cuerdas completas.
─Los muchachos nos llamaron para que les ayudáramos a cargar los bananos y las mandiocas. Ninguno de ellos supo explicar qué cosa era la que habíamos hallado. Lo que si me dijeron era que dejara ese cachivache allí y que los ayudara a cargar la comida. Casi nos vamos a los puños al manifestarles que me llevaba el cachivache así no transportara más nada. Al fin desistieron –yo tenía fama de ser un buen luchador─ y la guitarra duró algún tiempo guindada en el techo de la troja. Unos sospechaban que era una herramienta de los chamanes para llamar a los espíritus. Yo llegué a pensar que se trataba de una maraca gigante en vista de que, al introducirle semillas y agitarla, éstas duplicaban su sonido. Aunque Antenor estaba seguro que se trataba de un tambor de madera debido a los sonidos tan variados según se golpeara a la orilla o al centro de la caja. Pero quedaban muchas incógnitas, por ejemplo, el material tan extraño de las cuerdas.
Hizo una nueva pausa al tomar un sorbo de
vino y aproveché para ver el reflejo que los espejos devolvían de nosotros tres
en medio de un ambiente tan aristocrático. Sin duda, había sido acertada la
elección de este sitio. El local más famoso de la carrera de San Jerónimo y
quizás, de todo Madrid. La comida había sido excelente y el vino, ni se diga
¡Con una cuenta tan abultada no faltaba más!
Pero valió la pena, pues yo trabajaba para la revista de
farándula más famosa de habla hispana y
mis entrevistados me estaban proporcionando detalles no descritos en
ninguna de las entrevistas que había revisado.
─¿Cómo
fue entonces que descubristeis que esa cosa era una guitarra?
─Eso
lo supimos después de descubrir también al hombre blanco. Disculpa si la
expresión suena un poco a novelita western,
pero es la mejor forma de describir la diferencia entre el criollo y
nosotros. Se trataba de un grupo del
ejército brasileño que estaba haciendo unas mediciones limítrofes de la zona.
Nunca habíamos visto hombres tan blancos ni tampoco hombres tan negros,
trasladaban sus enseres sobre mulas (primera vez que veíamos esos animales) y
por algún tiempo llegamos a pensar que, para reunir la condición de blanco o
criollo, había que vestirse con el uniforme de kaky que por ese tiempo usaba el
ejército del Brasil.
─El
grupo, por medio de un intérprete, entabló comunicación con mi padre y los
ancianos de la tribu y a nosotros se nos permitió ir al campamento de los
blancos, y fue así como conocimos a Fabiano, un topógrafo que tenía una guitarra. Nos
sorprendimos al verla, pero más aún cuando la tocó. Cantaba y se acompañaba. No
teníamos ni idea de lo que decía. Debo recordarte, que las frases en portugués que manejábamos, eran cosas básicas como
bon dia, o que é isso y muito obrigado no
obstante, sentíamos que los sonidos que salían del instrumento eran un lenguaje
que sólo podía ser captado por el alma humana y que si bien, habíamos estado
errados acerca de lo que era el instrumento, no nos habíamos equivocado al
sospechar que se tratada de una caja sonora para llamar a los espíritus ¡Eso
era Magia!
─Al día
siguiente nos presentamos en el campamento con nuestra guitarra. Trabajábamos
ayudando a los que hacían las picas para las señalizaciones y a las partidas de
caza, a cambio, nos enseñaban el idioma y nos daban muchos alimentos para
nuestra familia pero, sobre todo, pasábamos la noche golpeando la encordadura
de la guitarra para aprendernos los tonos. Cuando terminaron su trabajo,
insistimos ante nuestro padre para que nos dejara ir con ellos. Creo que papá,
con la sabiduría que dan los años, comprendió que la música nos había hechizado
y que no la íbamos a abandonar hasta hacerla parte de nuestro ser. Por eso tomó
la salomónica decisión de que la familia acompañaría a los criollos mientras pudiésemos aprender más con la guitarra o hasta que se nos pasara esa “fiebre
de temporada” además, por principio éramos nómadas ¿por qué no dar un viaje “al
pueblo del hombre blanco”?
─Estuvimos
a la zaga del destacamento, hasta que salimos a los asentamientos rurales. De
allí en adelante nos separamos de ellos y comenzamos a trabajar en la
recolección de las cosechas. Así fue como comprendimos el valor del “dinero”.
Entre mis hermanos y mi padre éramos una docena, así que, cuando
aprendíamos bien la técnica, le caíamos a las parcelas como hormigas
selváticas, en especial nosotros, que no veíamos la hora de salir para volver a
aporrear por turno a la guitarra. El trabajo era arduo y mal pagado, no obstante,
además de la música había tantas cosas por descubrir, que de forma permanente
estábamos deslumbrados, la primera visión del mar, canciones que salían de un
cajón (el tocadiscos) casas con la luz del sol trasladada a la noche (la
energía eléctrica) casitas rodantes (los camiones) ¡En fin!
─¿De
qué año estáis hablando?
─Eso
fue en 1932 y como te digo, fue una temporada donde deambulamos mucho y en
algunos momentos no había suficiente trabajo. Pero en Río Grande do Norte nos
topamos con unos guitarristas callejeros y quedamos extasiados. En
consecuencia, nuestro padre sacrificó parte de los recursos familiares para
procurarnos otra guitarra usada. Hasta que nos vimos en la necesidad de separarnos
del grupo, pues nuestra rutina de trabajo cambió cuando nos convertimos en guitarristas
callejeros. Entonces, echando mano de una economía monástica, fuimos reuniendo
valor para tocar en los cafetines, los bares, las ferias y los circos. Creo que la
gente nos daba una que otra moneda, más por lástima que por admiración.
Su risa silenciosa era discreta en sus labios, pero ¡Cómo brillaba en sus ojos!
─Cuando
fuimos a Rio de Janeiro, era porque ya habíamos mejorado la técnica y nuestro repertorio era más
variado. Así que, latinizamos nuestros nombres (los anteriores eran Mussapere y
Herundy) confeccionamos unos avíos con plumajes coloridos y nos denominamos
como nuestra tribu, Los Indios Tabajara.
─ El caso fue que, para nuestra propia sorpresa, el largo esfuerzo comenzó a dar su fruto pues, aun estábamos aprendiendo a leer ─por cierto, todavía devoramos los libros como si se fuesen a acabar pues es la forma directa de alimentar la memoria personal, a partir de las experiencias ajenas─ cuando empezamos a ver nuestros nombres en el periódico ¡Llegamos a tener esos recortes en nuestro equipaje hasta que se deshicieron!
Ahora intervino Antenor.
─Creo que lo que más nos ayudó al principio –y todavía es así─ fue el sentido del humor de Natalicio, del que echaba mano para que la gente no reparara en nuestras faltas como músicos y se riera con las bromas que intercalaba entre pieza y pieza.
─Dadme
un ejemplo, por favor.
─Estando
en Estados Unidos llegó a comentar algo como “Dicen que mi inglés no es muy
bueno pero… ¡A los japoneses les encanta!” O la vez que estábamos en Italia…
¿Te acuerdas Natalicio?
─¿Recuerdo
qué?
─¡Lo
del embajador!
─Ah... fue en Roma
─Bueno.
El asunto fue que nos enteramos de que el Embajador de la República de la India
estaba en uno de los balcones presidenciales y al terminar un set
latinoamericano, Natalicio dijo algo como “Tenemos el honor de la visita del
embajador de la India con su familia ¡Un aplauso para ellos! … Por cierto, le
voy a pedir el favor de que al final de la presentación me espere porque, en
vista de que Cristóbal Colón estaba equivocado, estamos interesados en ver a un verdadero indio con certificado de
origen”. . .
─Precisamente, antes de que me habléis de sus giras internacionales, quisiera volver a la parte histórica. Entendiendo que en vosotros se desarrolla la historia de la civilización occidental en pequeño.
A lo que Natalicio replicó con su amplia
sonrisa.
─A
propósito. No sé quiénes se interesan más en nosotros, si los músicos o los
antropólogos.
─En
efecto Natalicio, esa es mi inquietud, pues todo lo que me habéis contado no
explica todavía lo que los grandes académicos han comentado acerca de vosotros,
cuando afirman que infunde respeto la disciplina requerida para hacer la
versión de “El vuelo del abejorro” de Rinski Korsakov o la adaptación a
guitarra que hicisteis del Nocturno Opus 9 para piano de Chopin o la
Ronde des Lutins para violín de Bazzini y qué decir de los
contrapuntos que han hecho de las
complicadísimas fugas de Bach. Incluso, aquí en Madrid, donde los críticos
suelen hacer añicos a guitarristas notables, vosotros habéis tenido un éxito
que se resume en ese titular de primera plana “La Historia se invirtió. Ahora
son unos indios los que conquistan a España”.
Esta vez fue Antenor quien me atajó.
─Por supuesto, esto es algo que nos da mucha alegría, pero, en toda nuestra carrera, la mayor satisfacción profesional que hemos tenido fue en 1958, cuando estábamos en Nueva York y logramos contactar una cita que estaba concebida como un breve compartir con una sola persona; pero el compartir se fue convirtiendo en una presentación, al punto que, el anfitrión, decidió hacer unas llamadas y cancelar los compromisos que tenía esa noche, para dedicarse a oírnos. Se trataba, nada más y nada menos que, de Andrés Segovia, el artista que elevó a la guitarra a la categoría de instrumento de concierto. El caso es, que tocamos para él por más de dos horas.
La sonrisa de satisfacción de Antenor era tan radiante y a la vez tan discreta como lo puede ser una huidiza luciérnaga. En ese momento, se apersonó el sommelier para escanciar una botella, y aproveché de indagar más en lo planteado.
─Contadme
de ese salto a la música académica.
Antenor volvió a responder.
─Nuestro
período de aprendizaje ha sido largo, de hecho ¡todavía estamos aprendiendo!
Por mucho tiempo trabajamos en cervecerías, pero en las tardes íbamos al cine,
pues las películas eran una forma de conocer más de ese mundo que de continuo
estábamos explorando. Fue precisamente allí, donde vimos un film acerca de
Frédéric Chopin. El hechizo fue tan grande que al día siguiente compramos un
primer disco de clásicos y no hemos dejado de coleccionarlos. Pero también
comprendimos que abordar esta música no era como hacerlo con la popular. Estaba claro que, si queríamos
emprenderla con la clásica, teníamos, no sólo que doblar las horas de ensayo, sino
también, estudiar música en serio. Lo
cierto es, que el costo era inmenso. Por un tiempo lo discutimos, pues teníamos
en cuenta, que tendríamos que desaprender para aprender de nuevo.
─Si
hay algo que uno comprende con los años, es que los atajos tienden a hacer más
largo el sendero. No sé hasta qué punto, la falta de música de nuestra niñez
fue también un aliciente para emprender la tarea con tanta, disciplina y
pasión. Aunque, debo reconocer que hubo un incidente que nos convenció. Eso sí, pasaron años antes de colocar piezas clásicas en el repertorio.
─Me consta que es un sonido excelente. Pero decidme ¿cuál fue ese “incidente”, que os decidió a estudiar la música de manera formal?
Esta vez fue Natalicio quien respondió.
─Precisamente, cuando nos debatíamos en el dilema de volcarnos o no a la música clásica. Nos presentamos en un local de Sao Paulo donde, el maestro de ceremonia nos presentó con algo que… ahora que lo veo en frío y a la distancia, reconozco que era totalmente cierto, pero en ese momento me cayó como un balde de agua helada en medio de un profundo sueño. Sin embargo, gracias a eso ─todo hay que decirlo─ fue que nos dedicamos a aprender. Pues bien, la presentación, fue algo así: “He aquí unos indios ignorantes de la teoría de la música pero que, a pesar de eso, la hacen sonar de maravilla”.
-----
Antenor y Natalicio Moreyra Lima “Los Indios Tabajara” tuvieron una trayectoria artística de más de cuarenta años que los llevó a hacer giras en Sudamérica, Norteamérica, Europa y Japón. Además de su obra clásica, se les recuerda por sus versiones para guitarra del cancionero popular y folklórico internacional, algunas grabadas en los idiomas originales –dominaron seis lenguas, además de la materna-. De ellos, La RCA Víctor publicó diecinueve Larga duración, de los cuales los más reconocidos son “María Elena”, “Amapola”, “Always in my heart” “¿Por qué eres así?” y “Casually Classic”.
Alí J. Reyes Hernández
Caracas, Febrero del 2015
Balalaika" editorial ìtaca, 2023
Comentarios
Gracias por compartirla.
Cuídate amigo.
Un Abrazo.
Me gusto mucho el contexto del lugar donde se desarrollo la entrevista, lo que dice el alcance y reconocimiento que tuvo el duo Los indios Tabajaras, la historia la descripcion del lugar donde encontraron la guitarra y la definicion de lo que para ellos era la"musica" que salia de ese intrumento desconocido, ese conjunto de sonidos como lenguaje que solo se podia captar con el alma, que atraia a los espiritus como "magia" eso es lo que siento al oir "la musica" sea del instrumento que sea, me llega al alma y no hay placer mas grande para mi.
Sabes que fui a escucharlos y me parecio maravilloso como adaptaron los grandes clasicos como Opus 64-2 de Chopin en guitarra es fascinante.
Escuche "El condor pasa" es una cancion folclorica de Peru; que la interpretacion es bellisima.
Gracias Ali, por darme la oportinidad de conocer a estos dos grandes artistas que como dio ese presentador como dos simples indios puedan enseñar are con sus guitarras. Encontre la famosa guitarra y si se parece a la de Gardel.
Un placer leerte y difrutar de tus relatos.
Un beso enorme Ali!!
Otro beso.
JOSÉ A. SANCHEZ RUMÍ ¡Hermano! Así que también tocas la guitarra y tenías las cintas de los Tabajaras!...Caray...De las cosas que uno se entera. Pero lo mejor es el hecho de que pudiste oir en vivo a Andrés Segovia...¡Una gran noticia! Segovia es el verdadero "Padre de la guitarra clásica en el mundo".
GRA ¿Verdad que es una historia increíble?...Por eso es que insisto en no necesitar recurrir a la ficción para escribir cuentos ¡La realidad está tan llena de cosas increíbles! Y en cuanto a la forma en que descubrieron la guitarra, es algo que te pone en tensión. De hecho, creo que es allí donde está el centro del cuento. Por cierto ¿Así que ya viste la guitarra de Gardel? Caray...a tí no se te puede meter ni una mentirita porque todo lo compruebas...risas...Yo la vi en una película (no recuerdo el título) donde una cantante y bailarina famosa, invita al personaje que interpretaba Gardel, a subir al estrado con ella y él sube con su atuendo de gaucho payador y la guitarra de marras ¿En cuál película la viste tú?
Y en cuanto a que vistes el Opus de Chopin...Sencillamente soberbio. Estos "indios" dejan a uno con la boca abierta...risas. Cuánto me alegro de que por medio de mi texto los hayas conocido. Por cierto, cuando escribí este relato brasileño, nunca pasó por mi mente que iba a terminar ¡Viviendo en Brasil! ¿qué tal?
El cuento se lo llevé a papá en diciembre del 2016, y gracias a Dios, ahora tengo la oportunidad de que él sepa que ganó un premio. Te cuento que mi papá es un fanático de la música de tríos, de hecho, él es un guitarrista de trío y cuando se reune con sus amigos no hay menos de cuatro o cinco guitarras en la reunión. Las canciones de los Panchos me las sé de memoria pues desde antes de tener uso de razón las estoy oyendo. Pero también le dediqué este texto a papá pues el topógrafo Fabiano es una suerte de alter ego de él, siendo que papá trabajó como topógrafo abriendo vias rurales, haciendo parcelamientos y fundando asentamientos campesinos en medio de las selvas a principio de los años 60 en los comienzos de la Democracia venezolana, en el marco de La Reforma Agraria. Mi papá vive actualmente en su parcelita en un caserío llamado Siburúa, como a unos 30 y pico de kilómetros al sur de Coro, pero hoy lunes 30 de noviembre, todavía no se ha enterado de esa mención honorífica, debido a que el servicio de internet allá donde él está es muy deficiente, y mi hermano Aldro, que vive en Coro, no ha podido ir hasta allá porque no tiene la gasolina suficiente. Pero esperemos en Dios que esta semana consiga gasolina y pueda ir...De nuevo Gra, muchas gracias por tu visita y más aun por dedicarte a leer mis textos...Un besote desde Maringá.
ISA Gracias por decirme eso ¡Es lo mejor que puede escuchar un escritor! Esa es la idea, que el relato "atrape" Un enorme beso para tí, desde Maringá hasta Veracruz.
ANÓNIMO (A) qué gran detalle...Eso es algo que me compromete a hacer buenos escritos, pues los próximos deben ser iguales o mejores. La idea será NO DESFRAUDARTE.
Congratulations por la Mención Honorífica!
Gracias por pasarte por mi blog también.
Saludos!!
LUIZ GOMES Que bom Luis. E lembre-se que são personagens que representaram o Brasil em todo o mundo
ALEXANDER Qué bueno que te gustó hermano...Punto a favor, pues sueles ser muy exigente con la literatura
Muy bueno.
Estoy en post operatorio de catarata. Ando algo disperso.
Saludos
De un tiempo a esta parte tengo la costumbre de que cuando leo algo suelo buscar datos, referencias (ya bien sean geográficas, históricas, etc...), nombres u otros elementos que aparezcan en la narración, esta búsqueda la suelo evidentemente en Google. El arranque ya me ha obligado a buscar ese "magnetófono", recuerdo esos viejos aparatos, eran magníficos. A lo largo de las interesantes líneas he ido tomando notas, se que esto ralentiza la lectura, pero a mi me satisface. Me ha resultado muy agradable esta lectura y me ha encantado la mención a mi admirado e idolatrado Gardel...
Un fuerte abrazo hermano!!!
FRAN Qué bueno!...Lo llegué a ver por primera vez en el 1974 y me sentí como al frente del último grito de la tecnología. De ahí no los vi más nunca. En la actualidad si nombras esa palabra, los jóvenes lo único que dicen es ¿y qué es eso?...risas. En verdad siguiendo tu costumbre, acabo de ingresar en el buscador "Magnetófono Fergunson Electronic" y ¿sabes? La guitarra en la selva, aparece en el cuarto item ¿qué tal?
JLO Gracias mi hermano porque sé que lo leerás, y es más...oirás su música. Gracias de nuevo mi hermano.
TRECCE ¿Verdad que es una historia increíble? Algunos pocos llegamos a oir su música, pero esta historia casi ninguno de los que los oyó la conoce. Por eso me parece importantísima esta divulgación.
CARLOS RIOBUENO Qué bueno que te gustó el relato. Y menos mal que te identificaste, pero aun no te hubieses identificado, ya sabía que eras tú por aquello de "Un abrazo rompecostillas"...risas.
Me ha encantado tu relato y cada detalle del mismo. Felicito tu talento y creatividad. Mi esposo toca guitarra, le gustará tu relato.
Un fuerte abrazo. Saludos desde Perú. 🇵🇪👏👏👏
Gracias por conpaetir
Un placer disfrutar de tus letras.
Besos.
Saludos!
Borgo.
MARÍA No sabes cuánto valoro tus palabras, sobre todo por la espontaneidad con que lo dices. Gracias guapa.
GUSTAVO Gracias por darme el dato de Delgadillo, tremendo guitarrista, acabo de oir y ver algunos de sus videos. Pero en cuanto al tema... ¿Leiste el relato?
MIGUEL ZUERAS Fíjate que coincidimos en algo. Mi papá también es músico y, de hecho, el relato está dedicado a él. Y por lo visto, para ti y para mí, los Indios tabajara son parte de la banda sonora de nuestra niñez. Impresionante eso de que pasaste una temporada en la cordillera Oriental Peruana...¡Guauu! ¿Cómo fue que desde Argentina fueron a parar allá?...De todas maneras ¡Qué gran recuerdo mi hermano! Por otra parte, gracias a tu comentario me he enterado de la película FIZCARRALDO que en lo que pueda la veré pues se ve que ganó muchos premios. "Tacacho"...se ve muy sabroso. Y en efecto, el plátano en todas sus formas es lo que se come alrededor de la cuenca del Amazonas. Acá donde vivo llega poco pero cuando llega de inmediato lo compro. El surí...En Venezuela lo llamamos "gusano de moriche" y los piaroas lo sirven solo en ocasiones especiales. Tuve la oportunidad de pasar varias temporadas en la Amazonia venezolana y una conviviendo en una tribu piaroa, y así como tú, se trata de esos viajes que te marcan para toda la vida ¿cierto? Gracias Miguel por tus aportes.
Un abrazo.
Que buen escrito
Jo Gracias por ese piropo...Estoy que presumo...risas y un abrazote.
¡Magnífico relato! Y más, sabiendo que los Tabajara existieron... y gracias a su descubrimiento musical...
HEBERTO GAMERO Siempre es un honor tener a un escritor y maestro de escritura, por estos predios, algo que nos honra mucho, y más teniendo en cuenta esas palabras. Gracias mi hermano por el ánimo y además el compromiso que esas palabras conllevan
Felicidades.
Nos leemos pronto, un saludo!
Un abrazo y cuídate.
Abrazos!!
KAT Qué bueno. Esa es la idea, no estoy interesado en informar (aunque es inevitable que esto pase) sino en hacer que el lector "viva" la experiencia. De forma tal que puedas decir, no solo que conoces a los personajes sino que también "viviste" una experiencia con ellos.
JORGE DONATO Como buen divulgador, has dado con la palabra clave
"épica", además has definido muy bien la historia al decir que es "de película". Tomo nota de eso, por si acaso alguien quiere hacerle un guión, mi relato está a la orden (y de paso, me hacen falta dólares...risas) Y qué bueno que ya conoces a los personajes. No sabes lo honrado que me siento porque los hayas conocido por medio de este relato.
ETHAN Caray mi hermano...cuando un escritor de tu talla dice de un relato, que tiene el "giro" estratégicamente ubicado y que además está "bien estructurado" ¿Qué más se puede pedir? Gracias mi hermano.
Le hace a uno, como lector, descubrir en primera persona todos los detalles. Es fascinante esa primera parte del relato en el que se nos cuenta la historia inicial con la visión de un niño. Sencillamente te atrapa queriendo saber más.
Lo siguiente también fue muy bueno, ese descubrir del instrumento y la biografía de hasta dónde llegaron.
Aplaudo tu buen hacer con las letras, amigo. Debes estar orgulloso, y tu padre también.
Un abrazo.
Haberles sacado toda esa información bien amerita todos los galardones recibidos por un excelente trabajo: enhorabuena.
Un abrazo.
Besos.
Un abrazo y feliz día.
CONTADORA DE LIBROS Qué bueno! esa es la idea, que el lector descubra en "primera persona todos los detalles" y más si la lectora es una conocedora literaria como tú. Y en cuanto a mi padre, se lo dediqué porque él es un apasionado de los boleros y toca la guitarra, además, en su juventud trabajaba como topógrafo abiendo vialidades rurales en medio de la Reforma Agraria venezolana a comienzo del anterior período democrático, en los años 60. Todavía no he podido comunicarme con él para ver qué le pareció la Menci´´on, pues el texto ya lo conocía. Gracias de nuevo por tu agradable visita.
JOSEP A mí me pareció igual que a tí. Estoy oyendo a los Tabajaras desde que tenía uso de razón, y luego de adulto pensé que ese nombre es una buena mercadotecnia, pero cuando descubrí la historia que encerraba, no puede menos que incrementar mi admiración por ellos. Me emociona saber que hay alguien a quién le pasó igual que a mí. Gracias hermano por tus palabras.
JP ALEXANDER Esa es la idea ¡Qué estés allí a punto de descubrir una guitarra! Un abrazo preciosa.
MARÍA Como verás, como que soy flojo para escribir...risas...Pero gracias por tus buenos deseos. Un abrazo y un beso, guapa.
MAMEN Sin duda que lo fueron...Te invito a revisar sus videos en youtube...Sé que te gustarán.
ANÓNIMO Qué bien!...Lástima que no pudiste identificarte.
ROCÍO TIZÓN Gracias por tu visita. la valoro mucho, y más cuando se trata de una escritora como tú. Un abrazo desde Brasil.
Hoy, al leer tu texto, me ha parecido un reportaje que va más allá de la crónica, has arañado mucho de lo vivido por aquellos dos músicos con una técnica tan original.
Enhorabuena, Alí.
Y Felices Fiestas. A lo que añado mi deseo de que el próximo año nos entregue mucha ventura, añadiendo la que nos dejó de dar este 2020.
Afectuosos saludos.
Un abrazo.
JUAN RUIZ COPRREA. Así es mi hermano, somos llamados a exponer al mundo lo mejor de nuestra cultura y que nadie nos subestime porque "salimos dela selva" pues ya ves, las cosas tan buenas que pueden salir de ahí. Y gracias por esta visita, no sabes cuánto la valoro.
LOCURA POR LOS LIBROS ¡Qué bueno que te gustó! Bueno, ahora ya los conoces. Y si, fueron unos músicos de altura. Por cierto, este texto debe aparecer en mi próximo libro de cuentos. te estaré avisando cuando lo tenga Dios mediante. Un abrazo desde Brasil.
JP ALEXANDER ¡Igualmente amiga! y gracias por volver
JORGE DONATO Gracias mi hermano por esos buenos deseos que, por cierto, necesitaremos muchísimo en el próximo año. dios sea con nosotros.
Ya estoy aquí de vuelta :)
Me ha gustado mucho el cuento...Yo decía, me suenan los indios tabajaras, y recordé que mi papá tenía un CD de ellos! Y que como yo no los conocía lo quería botar iiii
Y mi papá me decía, ¿No sabes quiénes son los indios Tabajaras?
Y yo "no papá, quiénes serán, lo puedo botar? ocupan mucho espacio" jejej
Y mi papá escandalizado no me dejaba botarlo.
Nunca lo escuché, pero ahora me da mucha curiosidad.
Por otra parte, el cuento me parece muy tierno, con su toque sorpresa.
Te felicito!!
Muchos saludos :D
La música de los Tabajaras es fácil localizarla en la red, incluyendo algunos de sus videos...Ahora la voy a ligar para que su música también te guste. Pero te voy a dejar acá una de sus canciones que se hizo muy famosa en las rockolas de aquellos tiempos:
https://www.youtube.com/watch?v=8uu9WKsLwyM
Es cierto que hace muchísimo que no los escucho.
Enseguida que acabe acá, voy a recordarlos en algunas de sus interpretaciones.
Me encantó sobre todo la parte del relato en el que encuentran la cabaña y en ella la guitarra, me sentía allí mismo, con la misma curiosidad y expectativas que los hermanos.
Un beso,
Un abrazo desde Brasil.
Excelente entrada. Un abrazo fraterno.
Muy bien escrito y con sentido filosófico de vida.
Hay suspenso, información, música; sí hasta les he escuchado!
Genial!
Una lectura entretenida y de calidad.
Te felicito!
Gracias!
Saludos desde Fábulis (soy Brandalagas)