Atila
Atila He aquí, no cabeceará Ni dormirá, el que guarda a Israel Salmo 121: 4 Me encontraba en una larga fila en la fachada del auditorio de los tribunales. Había gente de todas las edades y ,sobre todo, madres con sus hijos. Pocos hablaban, pero muchos lloraban. En mi caso, esa fila era el último paso de un largo periplo. Todo comenzó en junio de 1960, cuando comparecimos ante un hombrecito de no más de metro y medio de estatura que parecía haber dormido con la ropa puesta. Era Isser Harel, el propio director del servicio secreto israelí “Mossad” que nos convocaba. Sin mucho preámbulo, apagó las luces y proyectó la foto de un hombre caucásico con el impecable uniforme negro de oficial de las SS. ―¿Reconocen al personaje? ―Adolf Eichmann, jerarca del departamento de exterminio en las SS. ―Muy bien. Nos han llegado informes que parecen indicar su ubicación. La sorpresa nos enmudeció. Harel continuó. ―Los reportes nos llegan desde Argentina. La obtención de fotograf