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Una Guitarra en la selva (crónica relato)

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      Una Guitarra en la Selva Para Alí Rafael Reyes, mi padre.      Pulsé la tecla play  d el magnetófono Ferguson Electronic de bobina descubierta. ─Listo. Ahora sí. Iniciemos por vuestra infancia ¿Quién de vosotros comienza?... Bien, adelante. ─Con respecto a nuestra infancia ¡Guau!...Cuando te decimos que nuestra infancia fue feliz, ten por seguro que no hay nada de retórico en ello. Éramos unos indiecitos que tenían a su disposición la Naturaleza en pleno. Nuestro trabajo consistía en explorarla, estudiar la rutina de los animales, sus madrigueras, los senderos que recorrían, dedicar horas   a nadar y a pescar o tratar de obtener la mejor varilla para fabricar las flechas más precisas, y ayudar a construir la curiara o canoa familiar. Una infancia donde cada día traía algo nuevo.  Por supuesto, la muerte para nosotros no era algo abstracto, y el mejor ejemplo, eran esas eternas noches en que, atisbando la luz de las antorchas entre la malla de la hamaca, llegábamos a escuc

Atila

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  Atila He aquí, no cabeceará Ni dormirá, el que guarda a Israel Salmo 121: 4 Me encontraba en una larga fila en la fachada del auditorio de los tribunales. Había gente de todas las edades y ,sobre todo, madres con sus hijos. Pocos hablaban, pero muchos lloraban. En mi caso, esa fila era el último paso de un largo periplo. Todo comenzó en junio de 1960, cuando comparecimos ante un hombrecito de no más de metro y medio de estatura que parecía   haber dormido con la ropa puesta. Era Isser Harel, el propio director del servicio secreto israelí “Mossad” que nos convocaba. Sin mucho preámbulo, apagó las luces y proyectó la foto de un hombre caucásico con el impecable uniforme negro de oficial de las SS. ―¿Reconocen al personaje? ―Adolf Eichmann, jerarca del departamento de exterminio en las SS. ―Muy bien. Nos han llegado informes que parecen indicar su ubicación. La sorpresa nos enmudeció. Harel continuó. ―Los reportes nos llegan desde Argentina. La obtención de fotograf

El Narrador de caballos (crónica)

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  El Narrador de caballos   A la memoria de Alejandro Omega Villavicencio Rivero (mi tío) Y del médico veterinario Carlos Alberto Velásquez (colega y amigo)   La noticia fue como caída del Cielo. ─¡EpaTuqueque! (mi apodo en el medio radial era “El Tuqueque Requena”). Estás asignado como técnico para ir con Alí a cubrir el Clásico de Puerto Rico. ¡Esto era genial! Iría a trabajar, nada más y nada menos que con Virgilio Christian Decán, mejor conocido como Alí Khan, en la transmisión de un verdadero campeonato internacional, el primer Clásico del Caribe, el de junio de 1966 . En la Justa participarían cinco naciones representadas en trece ejemplares. Por Venezuela iba la potra Vélika , que venía de ser campeona en los clásicos Francisco de Miranda y José Antonio Páez,   favorita nacional indiscutida, con la monta del jockey revelación del momento: Rogelio Cortez.   Pero, a la hora de elegir el segundo ejemplar hubo mucha discusión, hasta que al final se decidieron por