Susurro en la noche cósmica
Murmullo
en la noche cósmica
Quien
lea esto le parecerá jactancioso lo que voy a decir y no le quito razón. Formé
parte de un equipo que llevó a cabo un proyecto que, en el sentido temporal, es
el más trascendental del género humano. Lo seguro es que nuestro trabajo llegue
a tener sentido, no solo cuando yo, o el estimado lector, sus tataranietos … o…
─para
ser más claros─
es posible que mucho tiempo después de que el género humano haya desaparecido
como especie y su vestigio en el planeta Tierra se haya vuelto polvo… entonces,
insisto, nuestro trabajo llegará a tener sentido.
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Era
julio de 1977, cuando el astrónomo y escritor, Carl Sagan reunió un equipo de
intelectuales, musicólogos y antropólogos, entre los cuales estaba yo en mi
carácter de biólogo y divulgador científico, para seleccionar una “Banda sonora
terrestre” que sería enviada en el Voyager, en su viaje sin retorno
hacia el espacio exterior.
Es evidente que trabajar en ese proyecto fue un privilegio como pocos, pero también fue una labor que provocó más de una
discusión. Primero, porque solo teníamos dos meses para entregar la antología
y, segundo y principal, por el choque de criterios de todo tipo. En algunos
casos las reuniones, matizadas con hamburguesas, pizzas, panecillos dulces y
termos y más termos de café, se prolongaron hasta las cuatro de la madrugada.
La
primera parte del trabajo fue relativamente fácil:
el llanto de un recién nacido, los signos vitales humanos, la fría estática de
un púlsar y un mismo saludo en sesenta idiomas. Pero, de ahí en adelante, las
tres cuartas partes restantes son de música y con ella vinieron las
discrepancias.
De los clásicos, elegimos dos. Uno como
introducción: El primer movimiento del concierto n.° 2 de
Brandemburgo, (1) el más famoso de Bach, que fue escogido por la
exuberancia de sus metales que deben emerger de forma nítida al cumplir sus mil
millones de años. Y como epílogo: El Quinto movimiento del cuarteto de
cuerdas en Si bemol n° 13 de Beethoven, por ser lo más parecido a una
declaración serena donde se mezcla el dolor y la esperanza en partes iguales.
Entre
estas dos piezas hay veinticinco números que representan la música de todo el
mundo en su amplia diversidad. De ellas me interesa hablar de cinco en
particular.
Ceremonia
en Casa de Hombres (Nueva Guinea)
Una
grabación en vivo, primitiva, salvaje e hipnótica. Perteneciente a la más
remota tradición musical no intervenida por la civilización y que se ha
mantenido más o menos inalterada, por lo menos, en los últimos mil años.
El
Cascabel
(autoría de Lorenzo Barcelata) interpretado por el mariachi Vargas.(2)
A
la hora de elegir una pieza que representara a México ─país musical por
excelencia─
se presentó una gran discusión, y no era para menos;
nos costó mucho, pero al final nos decantamos por este huapango, debido al
vértigo de su ritmo y al gemido de las trompetas surgido de entre el torbellino
de los violines y, ¡en fin! Al contraste entre algo tan rápido pero a la vez
tan triste.
Johnny
Be Good (Johnny pórtate bien) una pieza de Chuck
Berry grabada en 1958. Aquí el debate fue intenso. Algunos de los eruditos
decían que no debía haber nada de rock and roll al ser catalogado solo
como un espasmo en la historia musical. Pero varios colegas abogamos por su
inclusión, considerando que se trataba de un notable ejemplo del trasplante de
la cultura europea y africana insertadas en la modernidad de Norteamérica. Y
elegimos a Chuck Berry, el llamado “Padre del soul” ─en vez de la versión
del también fascinante Elvis Presley─ debido a que se trata del intérprete de su
propia canción (4)
Para
representar a la milenaria China, llamé al catedrático Chou Wen-Chung de la
universidad de Columbia.
─Profesor,
¿Cuál canción nos sugiere para el proyecto?
Yo
estaba preparado para oír el consabido pedido de tiempo para analizar, cuando
me sorprendió con una respuesta inmediata.
─Arroyos
que fluyen… Porque es una reflexión sobre la posición del Hombre en el
Universo y ha sido parte de la cultura china desde los tiempos de Confucio. Si
envían esa pieza, dirán mucho acerca de China (5)
En
efecto, cuando nos reunimos a escuchar esos sonidos salidos del ch’in,
un instrumento de siete cuerdas que data de dos mil años de antigüedad,
todos quedamos conmovidos y fue la decisión más fácil de todas.
Dark was the night (Oscura era la noche) de Blind Willie Johnson (6)
Debo confesar que, a
pesar de ser un enamorado del blues, nunca me trancé por esta pieza
debido a su lapidaria melancolía. Pero
la mayoría se impuso. Debo acotar que Blind Willie era un niño huérfano de
madre que se levantó junto a su padre que, para añadidura, no era un buen
ejemplo para él; y, mientras apenas gateaba, en un pleito entre su padre y su
madrastra, ésta arrojó ácido muriático a la cara de su esposo y accidentalmente
le cayó a él, dejándolo ciego de por vida. Y ya de joven, en plena búsqueda
existencial, se convierte al cristianismo y se dedica a tocar la guitarra y a
componer, ya no para amenizar los bares, sino para hablar de Jesús. Así que, a
pesar de su vida de verdad trágica, logró componer canciones que en su momento
fueron ignoradas, tal cual como él mismo lo fue, pero que pudieron ser rescatadas
a tiempo por el sello Columbia y que, en la actualidad, constituyen unos clásicos
del género. Ésta, en particular, viene siendo un lamento melódico que habla del
día que se trocó en noche, el de la muerte de Jesús, y dice cosas como cold was the ground (el suelo estaba
frío). A veces me pregunto si estas palabras no serían premonitorias del destino del
Planeta ¿Acaso cuando puedan ser escuchadas llegarán
a ser el único testimonio de que en esa roca fría, cual fantasma del Sistema
Solar, alguna vez hubo vida y albergó incluso, una civilización?
Todo
este material va dentro de una lustrosa caja gruesa de titanio macizo (hablo en
tiempo presente de manera deliberada) adosado al exterior del
fuselaje y consta de un dispositivo fonográfico con aleación de aluminio y
titanio, con aguja de diamante y un disco hecho con una aleación de cobre y
acero enchapado en oro, en cuyos surcos van los sonidos que nos dieron tanto que
hacer.
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El Voyager I se mueve por su fuerza
inercial, pero además, está equipado con paneles solares capaces de captar la
luz de cualquier estrella cercana. Partió de Cabo Cañaveral en agosto de 1977 y
luego de más de una década de estar enviando imágenes de Júpiter, Saturno y
Urano, llegó al borde del Sistema Solar en 1990, y antes de que se sumerja en la vastedad de la nada y sus sistemas
dejen de transmitir, sus cámaras fueron dirigidas en reversa a un lejano y
minúsculo punto azul apenas iluminado. Era la imagen de la Tierra y fue lo último
captado antes de comenzar su verdadero viaje hacia el oscuro vacío
interestelar.
¿Cuántos
millones de años pasarán para que la nave se estrelle contra un planeta
desierto? ¿O su destino será vagar como un pecio en la oscuridad de la nada por
los siglos de los siglos? ¿Al fin será rescatada por una civilización?
¿Cuándo?... preguntas retóricas y, como tales, sin respuesta.
Lo que sí puedo asegurar es que, cuando Blind Willie Johnson tomaba su guitarra de cuerdas
metálicas para entonar un desgarrador blues en el cobertizo de su casucha de
madera, y dirigía sus ojos inútiles hacia las estrellas que titilaban con
indiferencia sobre su Texas natal, jamás imaginó que hacia esas estrellas ─de manera literal─ se dirigiría su
canción. Aunque solo fuese como un murmullo casi eterno en medio de la noche
cósmica.
Alí J. Reyes H.
Diciembre 2021
(1): El primer movimiento del concierto n.° 2 de Brandemburgo
(2) El Quinto movimiento del cuarteto de cuerdas en Si bemol n° 13
(3) El Cascabel, con el mariachi Vargas
Johnny Be Good, Chuck Berry
Arrollos que fluyen , pieza milenaria china
Dark was the night (Oscura era la noche) de Blind Willie Johnson.






Comentarios
El proyecto de la NASA liderado por Sagan, me ha permitido escribir este texto que trasluce optimismo ante el fatalismo existencialista de la filosofía moderna, es por eso que, aunque no menciona la navidad por ninguna parte, quiero dejar a los colegas y a los que tengan a bien leerlo, como un sincero regalo de Navidad.
Me parece increíble lo que cuentas. Imagino lo orgullosos que estaréis todos los que estáis en este proyecto.
Mi más sincera enhorabuena. ¡Qué bonito!
Me has recordado, por el universo, que estuve presente en el año 2019, con uno de mis poemas en LA EXPOSICIÓN TÚNEL DE LA CIENCIA (CIUDAD DE MÉXICO) «DE LA TIERRA A LAS LUNAS» Esta exposición estuvo durante dos años en el metro de "La Raza", quizá tuvieras oportunidad de visitarla. Te dejo el enlace por si quieres echar un vistazo:
POESÍA INFANTIL: EN LA EXPOSICIÓN TÚNEL DE LA CIENCIA (CIUDAD DE MÉXICO) «DE LA TIERRA A LAS LUNAS»
Gracias por tu original regalo de Navidad.
Un abrazo muy fuerte desde Segovia.
Gracias por este murmullo cósmico que, más que un recuerdo, es un regalo de eternidad.
Un fuerte abrazo