Atila

 

Atila

He aquí, no cabeceará

Ni dormirá, el que guarda a Israel

Salmo 121: 4

Me encontraba en una larga fila en la fachada del auditorio de los tribunales. Había gente de todas las edades y ,sobre todo, madres con sus hijos. Pocos hablaban, pero muchos lloraban. En mi caso, esa fila era el último paso de un largo periplo.

Todo comenzó en junio de 1960, cuando comparecimos ante un hombrecito de no más de metro y medio de estatura que parecía  haber dormido con la ropa puesta. Era Isser Harel, el propio director del servicio secreto israelí “Mossad” que nos convocaba. Sin mucho preámbulo, apagó las luces y proyectó la foto de un hombre caucásico con el impecable uniforme negro de oficial de las SS.

―¿Reconocen al personaje?

―Adolf Eichmann, jerarca del departamento de exterminio en las SS.

―Muy bien. Nos han llegado informes que parecen indicar su ubicación.

La sorpresa nos enmudeció. Harel continuó.

―Los reportes nos llegan desde Argentina. La obtención de fotografías de Eichmann ha sido algo muy difícil pues ni siquiera en sus buenos tiempos se dejaba fotografiar, de hecho, siempre pedía los negativos de sus fotos de carnet.

Pasemos a la segunda transparencia.

Aparecía un señor entrado en años, con lentes de pasta.


 ―“Ricardo Klemet”. Nuestro departamento de antropología  indica que puede tratarse de la misma persona. Tenemos dos años cotejando datos. El señor Klement vive en los suburbios de Buenos Aires con su esposa y tres hijos. El último es un bebé de un año, pero los otros dos, tienen la misma edad que correspondería a los hijos de Eichmann nacidos en Alemania. Hace un año, estuvieron celebrando una reunión el mismo día que se cumplía el aniversario de bodas de los Eichmann, y la última vez que volvieron a celebrarlo, el número de pastillaje en la torta, coincidía con los años de casados de los Eichmann. En vista de tanta coincidencia, aseveraciones y sentido de la oportunidad, tenemos que despejar toda duda lo antes posible.

―La operación “Atila” (les debo el nombre bíblico) consistirá en hacer la confirmación in situ más allá de toda duda.  Para ello deberán secuestrarlo en el territorio de un país amigo y, de ser de verdad nuestro hombre, sacarlo en secreto. El Estado está dispuesto a afrontar el escándalo internacional que eso acarreará.

Alguien preguntó: ¿cuál es el problema de pedir su extradición?

―Buena pregunta. Las autoridades argentinas filtrarán la información y le permitirán escapar. No sería la primera vez. Ya pasó antes, cuando supimos que en Argentina estaba Joseph Mengeler “El Ángel de la muerte” ─el médico que casi hizo un máster en fisiología de condiciones extremas, usando Auschwitz como un bioterio humano─. . Pero esta vez se trata del premio gordo y no lo vamos a arruinar. Vale decir con esto, que se internarán en un verdadero santuario nazi tan peligroso como un nido de terroristas suicidas.

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Para mí, el caso tenía implicaciones personales. Siendo un niño de cinco años, mis padres me sacaron de Polonia y huimos a Palestina. Pero Fruma, mi hermana, tenía esposo e hijos y tuvo que quedarse. Ya se las arreglaría para luego reunirse con nosotros... pero nunca pudo hacerlo porque en 1939, Alemania invadió Polonia.

Las noticias de nuestros seres queridos se interrumpieron, pero el final de la hecatombe tampoco nos alivió. Solo silencio. Hasta que comenzaron a llegar informes dispersos y luego los documentales de los campos de exterminio y comprendimos la enormidad de lo sucedido.

Ahora se me presentaba la oportunidad de estar cara a cara con el jefe de las SS responsable de esos campos.

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En menos de tres años, el ambicioso Eichmann, había pasado de ser un simple  sargento, a convertirse en el encargado de deportar a los judíos de Austria. Luego fue transferido a Berlín para asesorar a la Gestapo en el “asunto judío”. Hasta que, de nuevo en la SS, pasó a ser el responsable directo de la “depuración judía” del Tercer Reich, dando marco teórico-práctico a la  “Solución final”, de la que había hecho muchos ensayos. Por ejemplo, en Minsk, Bielorusia, mientras supervisaba una larga trinchera donde caían los cuerpos de los judíos  con un disparo en la nuca, Eichmann recordó: “Había una señora con un nené en los brazos. Le dispararon a ambos, pero los sesos del bebé salpicaron mi sobre-todo. El chofer me ayudó a limpiarlo con su pañuelo”.

 Eichmann fue el primero que advirtió que esa forma de ejecución era un despilfarro, además de tener un impacto devastador sobre la moral de los efectivos. Así que en 1941, Inaugura el campo de Belzec, infraestructura reluciente, césped inmaculado, rodeado de una cuidada jardinería, lejos de los centros poblados, que ocultaba cámaras de gas con una capacidad instalada de exterminio de quince mil seres humanos cada veinticuatro horas. La que precedería a nombres como Birkenau, Treblinka, Mathausen, Dachau y muchos otros.



Todo esto en el marco de “captación y acarreo” que arbitraba el diez por ciento del sistema ferroviario nacional  y que fue perfeccionando con un tesón digno de mejores causas. Entre tanto, Eichmann le daba tanta prioridad a su objetivo, que llegó al punto de negar sus trenes para el traslado de presos políticos, o a las mismas tropas de la Wehrmacht, pues su misión le parecía tan importante como ganar la guerra. Incluso, cuando los frentes comenzaron a retroceder, no toleró el intercambio de prisioneros de guerra alemanes por civiles judíos. Y en el momento en que el Tercer Reich se caía a pedazos, maniobró para mantener la logística de los campos de forma tal que no se detuviera el proceso de exterminio.

Gracias a un capitán alemán de las brigadas montañistas del Alpes Korps, teníamos el reporte escrito de la última vez que se le vio:

“En marzo de 1945, recibí la orden de internarme en los Alpes   austríacos, todavía en invierno, para iniciar una desesperada guerra de guerrillas y me asignaron al coronel obersturmfuhrer  Eichmann como oficial agregado. Todavía no habíamos iniciado las operaciones cuando recibí la contraorden de deponer las armas y desmovilizar la unidad. La guerra había terminado. Ordené la marcha hasta una bifurcación de caminos en el bosque y ante mis hombres, me dirigí al coronel.

―Mi comandante, el sendero de la derecha, el del oeste, baja hasta  Suiza y el de la izquierda desciende hasta el principado de Liechtenstein. Estoy dispuesto a rendir las armas a la primera unidad aliada que avistemos y de ninguna manera queremos ser capturados junto a usted. Así que, marcharemos al contrario de lo que usted decida.

Lo vimos descender la cuesta del oeste con el uniforme de Alpes Korps, sus armas y provisiones de campaña para solo dos días”

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La fila comenzó a avanzar hasta una mesa donde unos policías registraban los datos de cada cual. Y mientras pasaba a la otra fila, recordé a nuestro grupo de élite. Uzi, un genio de la mecánica, Aaron, mago del disfraz y técnico en medicina de emergencia. Todos tenían entrenamiento en defensa personal del más alto nivel, pero  yo, como instructor de artes marciales, tendría la responsabilidad de la detención. Todos Liderados por el regordete y miope, Rafael “Rafi” Eitain “El hombre de la máscara de hierro” apodo debido a que en sus ratos libres, se dedicaba a acarrear chatarra de las chiveras para diseñar esculturas cubistas tocado con una máscara de soldador y un soplete, aunque todos sabíamos que el sobrenombre iba más allá del pasatiempo, dada su veloz capacidad de improvisación y su escalofriante sangre fría.

Los primeros días de mayo de 1960, llegamos a Buenos Aires con pasaportes alemanes y británicos. Pero, en la misma puerta del avión, un golpe de llovizna y el frío que calaba los huesos, nos hizo caer en cuenta de que el primer error de uno de los equipos de un servicio de inteligencia tan reputado, fue de lo más tonto. Ninguno recordó de que en el Hemisferio Austral estaba a punto de entrar el invierno.  La compra de abrigos descuadró nuestros viáticos.

Estuvimos estudiando la rutina de los Klement, en especial del señor  Ricardo. Comprobando todo lo que el equipo previo había recopilado por dos años: Trabajaba en una ensambladora de autos y tenía unos hábitos sin sobresaltos, todo bien cronometrado. Hice el recorrido de su casa a su trabajo y viceversa en los horarios que él utilizaba. Además, nos instalábamos en un terraplén de tren que quedaba como a trescientos metros de su casa y desde allí, con binoculares, observabamos su rutina hogareña: Klement llegaba a San Fernando, suburbio de Buenos Aires donde vivía, entre las 7: 15’ a las 7:45’ a más tardar, encendía todas las luces de la casa y sentaba a su niñito en el regazo para ver pasar los trenes desde la ventana. Su vida era de lo más hogareña y predecible.

Entre tanto el propio Isser Harel llegó a la Argentina y se reunió con nosotros. Vino para finiquitar lo concerniente a la salida y tener listo lo de la residencia destinada a retener al rehén, junto a tres casas más en caso de salidas abruptas. La casa principal estaba rodeada de una pared alta, lo que impedía que alguien atisbara la actividad interna.

El 11 de mayo de 1960, Aron y Uzi se levantaron al alba para dar la última prueba a los autos. “¡Están a un toque!”

En la tarde, faltando una hora para la salida, traté de descansar y hacer ejercicios de relajación mientras pensaba en mis seres queridos, mi madre y Fruma, pero no se apartaba de mí la imagen de Klemet. De ser positiva nuestra sospecha, estaría enfrentando a un soldado profesional que, gracias a su sentido de la oportunidad y a su agudo instinto, había logrado sobrevivir durante quince años. El menor error de mi parte sería aprovechado por él.

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El mercedes lo conducía Uzi y en él íbamos Rafi y yo. El chrysler nos seguía de cerca manejado por Aaron. Hicimos el recorrido en silencio. Llegamos poco antes de las 7.15’ estacionamos en la calle Garibaldi, a veinte metros de la casa de los Klement. Y cerca, en el paso a desnivel, donde comenzaba la carretera, podíamos ver el chrysler con los faros apagados.

La calle estaba desierta y barrida por un viento gélido, había relámpagos pero no llovía. Salí del auto protegiéndome del frío como pude. Cuando pasaron veinte minutos. Toqué una ventana del mercedes. Al bajarse el vidrio y asomarse Rafi, le dije:

―Nuestro hombre se ha demorado mucho.

―¿Crees que llegó más temprano hoy?

―No, porque las luces de la casa están pagadas.

―Entonces vamos a seguir esperando.

Minutos más tarde, en dirección nordeste, desde Buenos Aires, vimos las luces del conocido autobús 203. De inmediato Uzi salió, y levantó el capó. En ese momento un joven en bicicleta, al ver el mercedes con el motor abierto, pedaleó hasta nosotros con intención de ayudarnos. “¡A buena hora nos encontramos con un buen samaritano!”. Uzi le sonrió, bajó la tapa del motor y le dio un golpecito afectuoso al carro. El joven saludó y al doblar la esquina, Uzi volvió a levantar el capó.

Entretanto Klemet había bajado del autobús y su silueta se recortaba por las luces de los carros. Cuando entró en la Garibaldi y se acercaba al vehículo estacionado, comencé a acercármele  despacio desde su vía contraria para poder interceptarlo cerca del mercedes. Los relámpagos iluminaban su figura enfundada en un sobre-todo con el cuello levantado.

 ¿Se detendría al ver el auto estacionado?... ni siquiera titubeó.

Podía oír sus pisadas regulares como un tic-tac. Al estar a un metro de él, pronuncié la frase en español que había ensayado por tanto tiempo: “¡Un momentito señor!

Se detuvo. Dio un paso atrás y me abalancé sobre su cuello mientras que con el otro brazo le aplicaba una llave. Fue allí cuando perdí el equilibrio y ambos caímos en la cuneta de la acera, pero no lo solté en ningún momento. Con mucho esfuerzo fui incorporándolo poco a poco y logré que nos pusiéramos de pie. Estábamos cubiertos de barro y aflojé la fuerza de mi mano. De repente lanzó un grito de fiera acosada que ahogué volviendo a atenazarle el cuello.  Ya Rafi le tomaba los pies y me ayudaba a introducirlo. La sacudida nos indicó que Uzi había arrancado el vehículo, mientras que con un pañuelo Rafi lo amordazaba y le aplicaba unas esposas. Lo cubrimos con una cobija y permaneció acostado en el piso del vehículo.

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Ya en la casa. Rafi le indicó en español, que se quedara en ropa interior y Aaron ─que se sabía de memoria todas las referencias del expediente─ procedió a verificar las señas. El tatuaje del tipo sanguíneo había desaparecido, quedaba solo una cicatriz. Ayudé a Aaron a tomar las medidas de identificación anatómica bajo la mirada alerta de Rafi. Hecha la comprobación Rafi procedió a preguntar en alemán:

Wie heissen Sie?

―Ricardo Klement.

Rafi volvió a insistir.

Wie heissen Sie?

Guardó un obstinado silencio. Entonces Rafi, se  dirigió a nosotros en inglés y nos dijo que nos veríamos obligados a preguntarle a su esposa. Y de nuevo preguntó al detenido:

Wie heissen Sie?

Ich bin Adolf Eichmann.

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De allí en adelante comenzó la inquietante espera. Teníamos que hacer guardia las veinticuatro horas.  La imaginación nos traicionaba continuamente. A la mano había un radio encendido todo el tiempo, por si acaso transmitían algo con la palabra “Eichmann”. Era evidente que, aunque las autoridades se hubiesen enterado de lo que había pasado, no habrían permitido que se hiciese público, pero todo esto revelaba la medida de nuestra paranoia. 

Rafi nos había ordenado no dirigirle la palabra al prisionero. Pero en una de mis guardias, este me preguntó:

―¿Usted fue quién me capturó?

―Si.

―¿Y cuándo me van a matar?

―No vinimos acá a matarlo sino a llevarlo a juicio.

 Eichmann se rio de manera cínica; por eso le repliqué.

―¿No cree en mi palabra?

―Los secuestradores no tienen palabra.

―¿Juzgando por su condición?

Permaneció en silencio y pasó al tema que en realidad le interesaba:

―Mi familia no tiene nada que ver con mis acciones.

―Eso lo sabemos. Por eso debe estar tranquilo, su familia, en especial su hijo menor, es intocable. Y en cuanto a usted, le repito que irá a juicio y será defendido por un equipo de abogados pagados por el Estado de Israel.

―Hasta que no lo vea no lo creeré.

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Para los 150 años de la independencia de Argentina, fue fleteado un avión de El Al (no había vuelos directos Argentina-Israel). Parte de la tripulación era de agentes encubiertos.

Disfrazamos a Eichmann como un oficial de sobrecargo. Aaron había colocado una cánula intravenosa en el brazo del prisionero para administrar un sedante. En la garita del aeropuerto, a los guardias se les dijo que uno de los tripulantes se había pasado de tragos en la fiesta y no estaba en condiciones de trabajar, así que para disminuir los rigores del seguro escándalo laboral, querían que entrara de primero. Ya a la sombra de la nave, Eichmann quedó a cargo de nuestro personal encubierto.

Luego supimos que al salir del espacio aéreo argentino, el capitán de la nave anunció que Adolf Eichmann, iba a bordo y eso provocó una conmoción entre los pasajeros al punto de que muchos lloraron.

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Luego de arreglar todo y  entregar las casas y los vehículos, tratamos de salir por avión, pero las festividades habían llenado los cupos, así que nos vimos precisados a cruzar a Chile por tren. Al segundo día de estar en Santiago tratando de comprar un pasaje de avión, vi la palabra “Eichmann” en la primera página del periódico de un pasajero que viajaba conmigo en el autobús.

Nos costó otra semana salir de Santiago por aire, haciendo escalas. Entretanto el escándalo internacional ya estaba servido. El gobierno argentino expulsó al embajador de Israel, puso la nota de protesta ante la ONU. Todo esto contribuía a la manía persecutoria que aumentaba por momentos y nos hacía ver agentes por todas partes. Esa suerte de tormenta sicológica duró las tres semanas que tardamos en llegar a Israel.

Ya en Tel Aviv, no se hablaba de otra cosa en todos los medios, pero no solo allí, sino que la atmósfera de euforia llegaba hasta la cotidianidad del hombre de la calle, tanto,  que era normal que gente que no se conocían se saludaran con un afecto inusual.

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Estoy en la fila ante un un detector de metales. Paso sin novedad y un guardia me señala la puerta del tribunal.



En realidad había un rumor continuo en el público ya que la mayoría pasaba solo para ver al acusado por un momento y salir. Me encaminé a un asiento que estuviera frente a la cabina de vidrio blindado donde estaba Eichmann  con unos audífonos y ante un micrófono. En ese momento se ventilaba el asesinato de noventa y siete niños checoslovacos. Hubo un careo entre el Fiscal y los abogados del acusado. Entonces el Juez pidió a Eichmann que respondiera.

―No tuve que ver nada con esos niños. A mí solo me pidieron un transporte y fue lo que aporté.

El Fiscal sacó un legajo para refutar lo dicho por el prisionero. En ese momento Eichmann dirigió su mirada al público y nos vimos frente a frente. Por un instante, los argumentos pasaron a segundo plano. Estuvimos así hasta que él bajó la vista.

Todo había quedado dicho. Me levanté y salí de la sala.

 

 

Peter Malkin estuvo en el Mossad desde 1950 y a comienzo de los años 90’ fue autorizado a escribir sus memorias “Eichmann in my hands”. Además de Malkin, los únicos nombres reales acá, son el de Isser Harel y Rafi Eintain.

El juicio a Eichmann se prolongó por ocho  meses. Fue ejecutado en la horca el 31 de mayo de 1962.

 

Alí Reyes Hernández

Caracas, noviembre del 2017




Tomado del libro LA BALALAIKA, EL  GUARDAESPALDAS Y EL MAESTRO, editorial ìtaca, Los Teques, Venezuela, 2023

Comentarios

Frodo ha dicho que…
Hola Alí, impresionante. Quedé muy sorprendido por el relato y por lo que investigaste sobre el asunto.
Es una historia muy conocida por acá en Buenos aires, y más exactamente en el conurbano bonaerense de zona norte, que es donde vivía (ahora vivo en el oeste, pero cuando era chico viví en zona norte). Leí bastante sobre el asunto, y además de varios documentales y hace unos años salió una película que está bastante bien. Se llama... Operación Final.

Te felicito por adentrarte en estos temas y meterle tu propio sello.
Abrazos hermano. Crack!
Fran ha dicho que…
Que tal Alí!
Magnifico el post. Me interesa, he leído sobre esa etapa que aunque parece lejana apenas han pasado unas décadas. Tomo nota de la recomendación de Frodo, no conocía la película.
Un abrazo hermano!
Gra ha dicho que…
Hola Ali!!
Hace meses me enviaste este interesante cuento corto;muy bien redactado ; que me impresiono por los datos reales que incorporaste al relato, sobre este tema tan delicado sobre los nazis.
Se que muchos nazis fueron refugiados en los 50,que me entristece que un presidente peronista haya aprobado y encubierto a estos personajes nefastos, dicen que ingresaron de 150 a 180 con documentacion falsa ayudados por la cruz roja internacional y autoridades migratorias de arg. Dicen que Adolf Eichman podria haberse fugado al igual que lo hizo Josef Mengele cuando sus fanaticos en Arg.le avisaron que fue pedido su extradicion para ser juzgado; se fugo a Paraguay despues a Brasil donde murio, sin ser juzgado.
Que bueno que este personaje pudo ser juzgado y sentenciado a muerte por todo el mal que le hicieron a los judios.
Espero que estes bien Ali,junto a tu familia.
Me gusto volver a leerte.
Besos.
miquel zueras ha dicho que…
Un post muy interesante. Hace poco vi en Netflix "Operación final" sobre la operación para capturar a Eichmann (Ben Kingsley en el film) conocida con el nombre "Operación Garibaldi" por ser el nombre de la calle en la que vivía oculto con su nombre falso /Ricardo Klement) esa detención motivó la huida a Paraguay del "número dos": el infame doctor Mengele.
Saludos!
Borgo.
lola ha dicho que…
Hola, Alí.
Muy interesante el relato. Recuerdo el juicio, yo era una niña, pero se habló mucho de eso, salió un reportaje en Bohemia sobre los campos de concentración, las fotos que vi me horrorizaron, imagínate con 10 años el impacto que pudieron causar en mí. Es una pena que algunos de esos seres despiadados hayan muerto sin ser juzgados, y pensar que aún a día de hoy algunos dicen que los 6 millones de muertos así como lo de los campos de exterminio son una mentira.
La película que han nombrado la he visto, es muy interesante.
Saludos, y un fuerte abrazo.
Colotordoc ha dicho que…
Alí:
Un relato impactante. Y aun hay quienes dicen que todo fue mentira...

Saludos Alí
ethan ha dicho que…
Conocía la historia de la captura, juicio y ejecución de ese ser despreciable llamado Eichmann, pero tú le has dado otra dimensión, enhorabuena!
Alí Reyes ha dicho que…
FRODO Qué bueno tu aporte hermano. Pero además, eso me recuerda que debo ser cuidadoso con lo que escribo, en tanto y cuanto ustedes saben más de estos sucesos que yo; de hecho, tú hasta has vivido en el sitio citado en el relato.
En cuanto a las películas. Hay dos: La de LA CALLE GARIBALDI que es la más antigua y la OPERACIÓN FINAL esta última donde trabaja Kingsley (excelente actor) y, aunque la película se toma ciertas LICENCIAS ARTÍSTICAS por eso mismo se torna más emocionante, comparado con la escueta relación de mi relato que, por cierto, a diferencia de esta última película, no ahonda en el detalle de como fue encontrado el criminal. Vale acotar que el señor Hermann, padre de la novia del hijo de Eichmann y quien puso la denuncia, había quedado ciego gracias a las palizas que recibió de manos de los agentes de la SS...En fin! Este relato es solo algo así como una suerte de folleto divulgativo para el que quiera ahondar en esta historia. En contacto mi hermano.

FRAN En efecto mi hermano, es algo relativamente reciente y algunos de los protagonistas todavía pueden estar vivos, no así el narrador, quien falleció en el 2005. Lo importante es que nos dejó su libro y de él hemos bebido todos los que escribimos o trabajamos con esa historia. En mi caso, traté de ser lo más escueto posible, casi una labor de divulgación para el que quiera ahondar en la historia. Gracias por tus palabras.


GRA Gracias por haber leído mi relato. te cuento que este será uno de los que aparecerá en mi próximo libro de cuentos LA BALALAIKA, dios mediante el año entrante.
En cuanto a los datos que aportas. No dudo de la veracidad de tus fuentes. Pero a mi poco entender, creo que el año del secuestro de Eichmann y del correspondiente reclamo del Gobierno argentino contra Israel en la ONU, el partido peronista era un partido proscrito. Eso es lo que tengo entendido.

MIGUEL Por tu comentario me estoy enterando de que Mengeler, para huir a Brasil, primero pasó por Paraguay. Dato que ignoraba. Gracias mi hermano.

LOLA En efecto. cierto presidente de Irán, oficializó la tesis de que EL HOLOCAUSTO fue solo una mentira ideada por los judíos...Eso no me sorprende de parte de los enemigos de Israel, pero lo que si me sorprende es ¡que haya gente que repite ese cuento!

COLOTORDOC En efecto, estos son los tipos de relatos que persigo para hacer mis libros. si mal no recuerdo...Creo que te envié el borrador cero de este en el 2018 ¿? Sea como fuere, lo importante es que cuento con tu tiempo (que más caro no puede ser) para que revises mis textos, y eso ...ESO VALE ORO. Gracias mi hermano.

ETHAN Cuando esas palabras vienen de un escritor tan acertivo como tú...Es como para tirar cohetes y batir bombos y platillos. Gracias mi hermano
Alexander Strauffon ha dicho que…
Oh, vaya. La semilla de la destrucción.
Alí Reyes ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tawaki ha dicho que…
Me sorprende esa asociación entre la Biblia y Atila, pero el quid de la cuestión sería averiguar cómo pudieron tantos alemanes de la época encontrar refugio y, en algunos casos, evitar la condena por sus horribles crímenes. Solo una puntualización: en alemán, usted es Sie, no Sien.
Alí Reyes ha dicho que…
ALEXANDER STRAUFFON En realidad la destrucción se la labró él mismo

TAWAKI En efecto mi hermano, es raro que el Mossad use un nombre no bíblico en una de sus operaciones. Y en cuanto a lo del refugio de criminales, es lamentable decirlo pero eso pasa con mucha frecuencia. Aunque ¿sabes? la vida de uno de esos que sospecha hasta de la mujer que duerme a su lado, es como para mejor morir. Y en cuanto a la observación que me haces...NO SABES CUÁNTO TE LA AGRADEZCO, pues resulta que este texto debe estar perfectamente corregido para el año que viene, cuando será incluído en mi tercer libro de cuentos "La Balalaika y uno que otro relato". De nuevo gracias mi hermano.
Ohtiel Morales ha dicho que…
Un relato que muestra de forma clara que de la justicia divina nadie escapa
Alí Reyes ha dicho que…
Así mismo es. Y en otro orden ¡No sabes cuánto agradezco la iniciativa de que tomaras tiempo para comentar por acá! Es un verdadero privilegio tenerte por acá. Un abrazo que viaje desde el sur de Brasil hacia el norte de Venezuela...mi querido terroncito e' médano...Coro.
Impactante relato, Alí, bien documentado y con una trama que engancha desde el primer renglón.

Un abrazo.
Alí Reyes ha dicho que…
RAFAEL LIZARAZO Qué bueno mi hermano. Esa es la idea, que el relato no suelte al lector hasta que llegue al punto final. Por cierto, este va a aparecer en mi próximo libro Dios mediante. Y desde acá en Brasil estoy orando por Colombia, que además se ha convertido en la nación con más venezolanos en el mundo.
María ha dicho que…
Alí, qué alegría verte en mi blog, hacía tiempo que no visitaba el tuyo, eres único escribiendo relatos.

Besos.
Alí Reyes ha dicho que…
Gracias María por tus palabras. Me comprometen a escribir mejor cada día. Un besote desde Brasil
Ana Mª Ferrin ha dicho que…
Durante un tiempo estuve leyendo bastante sobre la IIª G.Mundial, su historia y posteriores procesos a los criminales de guerra, ensayos y novelas. Aún tengo buena parte de aquellos libros y al leer tu espléndido relato he recordado la figura de Eichmann, un tipo anodino y frágil con una mente organizadora que hoy da escalofríos.
Muy bueno tu trabajo. Saludos
Contadora de Libros. ha dicho que…
Interesante relato, se ve que te has documentado muy bien y te has esmerado en exponer los hechos con claridad.
Te felicito, Alí. 👏🏻👏🏻
Alí Reyes ha dicho que…
ANA MARÍA FERMÍN Gracias por tus palabras, son importantísimas para mí, en tanto se trata de una conocedora a detalle de estos temas.

CONTADORA DE LIBROS ¡Qué bueno! Gracias por tus palabras. Y te cuento que este relato, y el anterior (El narrador de caballos), deben estar apareciendo en el libro de cuentos que debo estar publicando el año que viene, Dios mediante. Te estaré poniendo al tanto.
Una mirada... ha dicho que…
Qué preciosidad de relato con esos Indios Tabajara que estaban agazapados en un rincón de mi memoria y que, con tu historia, has hecho regresar.

Muy buen trabajo recopilatorio por tu parte, cuyo premio ha sido ese reconocimiento honorífico ecuatoriano. El texto y los virtuosos hermanos bien lo merecían.

Salud.
J.P. Alexander ha dicho que…
Muy interesante, genial relato me encanta lo bien que documentas tus historias. Te mando un beso
Alí Reyes ha dicho que…
UNA MIRADA Qué bueno. Por cierto, me parece muy poético eso de que Los Indios Tabajaras estaban "agazapados" en un rincón de tu memoria hasta que leíste "Una guitarra en la selva"

JP ALEXANDER En efecto, en la crónica la investigación es vital. Aunque a veces hay datos que no salen a relucir, pero no porque no sean importantes, sino para que el relato no se extienda de más.
Rocío G. Tizón ha dicho que…
Una época terrible que sirvió para que algunos hombres sacaran lo peor de sí mismos.
Un abrazo.
Maty Marín. Viviendo. ha dicho que…
Alí, como verás ya estoy merodeando por tus letras y este relato la verdad que me ha sorprendido. Ya te estoy siguiendo y seguiré dándome vueltas por acá, es super linda tu aportación al conocimiento y a las letras. Gracias Alí! Un abrazo.

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